domingo, 30 de marzo de 2014

ORACIONES QUE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA ENSEÑÓ A LOS NIÑOS



ORACIONES QUE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
ENSEÑÓ A LOS NIÑOS


La Hermana Lucia cuenta en la 4ta Memoria, que Nuestra Señora, en la aparición del 13 de julio de 1917, les recomendó:

«Sacrificaos por los pecadores, y decid muchas veces, en especial cuando hagais algun sacrificio: Oh Jesús, es por vuestro amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María.»

En la misma aparición. Nuestra Señora volvió a insistir:

«Cuando receis el rosario decid, al final de cada misterio: Oh Jesús mío, perdonadnos, libradnos del fuego del infierno, llevad al Cielo a todas las almas, especialmente las más necesitadas de vuestra misericordia.»

CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


CONSAGRACIÓN AL
 CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, a vuestro Corazón Inmaculado nos consagramos, en acto de entrega total al Señor. Por Vos seremos llevados a Cristo, y por Él y con El seremos llevados a Dios Padre. Caminaremos a la luz de la fe, y haremos todo para que el mundo crea que Jesucristo es el Enviado del Padre. Con Él queremos llevar el Amor y la Salvación hasta los confines del mundo. Bajo la maternal protección de vuestro Corazón Inmaculado, seremos un solo pueblo con Cristo. Seremos testimonio de su Resurrección. Por Él seremos llevados al Padre, para gloria de la Santísima Trinidad, a quien adoramos, alabamos y bendecimos. Amen.

IMÁGENES DEL ROSTRO DE LA VIRGEN MARÍA






ORACIÓN EUCARÍSTICA


Oración Eucarística:

Santísima Trinidad, te adoro, Dios mío, te amo en el Santísimo Sacramento.

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA Y EL NIÑO JESÚS












ORACIÓN A LA MEDALLA MILAGROSA

INVOQUEN A LA VIRGEN MARÍA


A MAL TIEMPO, BUENA CARA

La Magia del entusiasmo
A mal tiempo buena cara
Autor: Padre Mariano de Blas, L.C.


Fuera hace frío, mucho frío; se ve el aliento de las personas al respirar, mientras caminan envueltos en abrigos y bufandas y las manos en los bolsillos. Quizá las crestas de los montes estén cubiertas de nieve o de hielo, pero hay gente que tiene su corazón caliente, y no importa el frío de las calles; personas que tienen una razón para vivir, gentes felices y que saben amar, que saben convertir todas las cosas duras de la vida en algo bueno, algo positivo, tienen esperanza, confían en Dios, aman a su prójimo y se esfuerzan por mantener un clima de paz y calor en sus hogares, en su trabajo.

Pero, ¡qué duro debe ser que ahí fuera haga frío y que el corazón esté congelado, hecho hielo, también! Frío por fuera y frío por dentro; Hielo es la desesperanza, dejarse arrancar día a día los restos de confianza a los que uno se agarra para seguir viviendo. Hielo es el rencor y el odio que va pudriendo poco a poco de modo irremediable tantos corazones. ¡Qué hielo tan duro, es el miedo a la vida, al futuro, a la vejez, a la enfermedad y a la soledad!

Necesitamos que salga el sol dentro de nosotros mismos, el sol de la esperanza, del amor, del optimismo, de la paz interior; tenemos que forzarnos a nosotros mismos y, antes que nada, obligarnos a creer que el sol puede salir en nuestra vida.

El que desespera de todo, puede tener muchas razones y excusas, pero también algo de culpa porque penas, sufrimientos, apuros económicos, contratiempos, están repartidos en la vida de todos, pero ahí esta también la mente, nuestra mente, para buscar soluciones a los problemas, y unos la usan y otros no.

Ahí están nuestras manos para trabajar, y unos les dan uso y otros no, ahí está Dios que sí ayuda a los que confían, pero unos le rezan a ese Dios y otros le dan la espalda; ahí están las oportunidades que ofrece la vida, pero unos las buscan y otros se excusan diciendo que nada se puede hacer.

El sol de la esperanza puede salir y de hecho sale en la vida de todos los que se fuerzan a sí mismos a creer en Dios y en sí mismos, que se fuerzan a esperar lo mejor, a luchar por salir adelante a pesar de todo.

PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO


LA FUERZA DE LA VIRGEN MARÍA


LA FUERZA DE MARÍA..


¿Qué fuerza puede arrancarnos del Corazón de María si confiamos plenamente en Ella y en su poder? Ninguna fuerza de este mundo, ni siquiera todo el Infierno, aunque se ponga en nuestra contra, podrá algo contra el amor de María por nosotros. Es necesario que tengamos cada vez más confianza en la Virgen y en su protección, pues Ella no deja abandonado a las fauces salvajes de los demonios a sus hijos predilectos. Tenemos que estar convencidos de que María camina a nuestro lado, que está siempre con nosotros, incluso cuando nos parece que estamos abandonados de Ella. Porque la Virgen tiene un cuerpo glorioso como el de su Hijo Jesús y por ello puede también estar en todas partes al mismo tiempo, y así está siempre a nuestro lado, y en el momento de mayor sufrimiento, tanto mayor será su presencia de Madre amorosa. ¡Confiemos en María!

UNA PEQUEÑA ROSA ROJA


Una pequeña rosa roja


Caminaba un día por la calle, cuando observé  como unas nubes oscuras se juntaban en el cielo, y vi luego como la lluvia empezó a caer,  rápidamente busqué refugio, al mismo tiempo que la suave lluvia se convertía poco a poco en tormenta.Encontré refugio bajo una cornisa,  a la entrada de una casa, en el momento en que la tormenta caía con más fuerza y estruendo.

Vi entonces una pequeña rosa roja, golpeada y encorvada
por las grandes gotas de agua que constantemente le azotaban;
y a pesar de esto no se rompía, sino que soportaba con increíble resistencia el gran embate de la lluvia y cada uno de sus golpes;
manifestado en grandes y pesadas gotas de agua.

Me sorprendí al ver como a pesar del viento y lluvia,
la pequeña rosa roja soportaba el gran castigo, sin ceder ni un ápice.
En muchos momentos, pensé verla caer, derrotada por la furia del agua, mas sin embargo, volvía a enderezar su ya doblado tallo por la lluvia.

Al pasar la lluvia, y ver como el sol salía de entre las oscuras nubes,
noté con asombro como la pequeña y frágil rosa roja, estaba aún en su lugar, con su tallo erguido hacia el cielo, mostrando con orgullo sus bellos pétalos rojos, en señal de su victoria ante las fuerzas de la misma naturaleza, a la cuál pertenece.

Esto me hizo reflexionar acerca de mi vida;
pues al recordar como la indefensa rosa luchaba por seguir en pié ante la tempestad,  y después de observar cuán dura había sido su lucha,  me recordó las dificultades que había tenido en mi vida,
y de como muchas veces, había sentido que ya no podía más,
pero al ver la rosa roja, en pié y victoriosa,recordé aquel pasaje de la Biblia, donde Jesús nos dice que nosotros valemos más que las flores del campo y los pajarillos del cielo, y pensé:

"Si Jesús dio fuerza a esa pequeña rosa roja para pasar la tempestad;
¿por qué he yo de temer a las adversidades? Pues si Jesús no dejó que esa rosa que no ama, no camina y no tiene razón soportara la tormenta, ¿cuánto más cuidará de mí, hijo de Dios y heredero de la vida eterna?”.

Desde entonces no dejo que nada me asuste,atemorice o desanime,
y cada vez que siento desfallecer; recuerdo aquella pequeña rosa roja, la cuál me mostró cuánto valgo y lo duro que he de pelear en este mundo,pero también recuerdo el amor que me tiene Aquel que dio fuerza a la rosa, para que pudiera resistir.
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